Por fin vuelve la lluvia: redescubriendo la belleza y la importancia de la lluvia
- Sketchsy
- 3 jul
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Por fin está lloviendo otra vez.
Muchos de nosotros no valoramos plenamente la belleza ni la importancia de la lluvia—al menos no hasta que la sequía nos lo recuerda. Entonces empezamos a echar de menos la frescura que trae, el aspecto limpio de la naturaleza, la forma en que el aire se vuelve más respirable, lleno de vida. La lluvia lo transforma todo—y solo en su ausencia comprendemos realmente su valor.
Algunos ni siquiera se fijan en la lluvia, a menos que sea inoportuna, molesta o incómoda. Pero luego los ríos empiezan a secarse. Los cultivos dejan de crecer. Los animales, que antes evitaban al ser humano, se acercan a pueblos y ciudades en busca de agua y alimento. Y sentimos que algo no va bien. Es entonces, y solo entonces, cuando empezamos a añorar la lluvia—todos, sin excepción.
Quienes viven cerca de la naturaleza sienten sus ritmos de forma más intensa. Recuerdo la primera vez que volvió a llover tras un largo periodo de sequía. Al principio pensé que no podía durar más de un año. Luego dos. Y no fue hasta el cuarto año cuando por fin cayeron las primeras gotas.
Qué alivio fue. La tierra estaba tan seca que apenas podía absorber el agua. Pero poco a poco, la lluvia volvió. Empecé a sentirla empapando el suelo, llenándolo de vida. La hierba volvió a crecer, como si hubiera estado esperando todo ese tiempo. Incluso el musgo respondió al instante, brotando con una alegría silenciosa. La naturaleza pareció estallar—como si hubiera estado cargada de resorte todo el tiempo.
La primera lluvia después de cuatro años
Estas dos ilustraciones fueron creadas justo después de aquella esperada primera lluvia. Fue un aguacero intenso, lo bastante fuerte como para despertar las montañas y hacer que los ríos volvieran a fluir con nueva energía.
Cuando la lluvia cesó, las nubes comenzaron a elevarse desde las laderas. Echaba tanto de menos esa vista… Para mí, es una de las cosas más hermosas que se pueden presenciar: nubes que se forman, se levantan, y cambian constantemente de forma. En ese momento, el tiempo parece diferente. Uno empieza a percibir su paso, no por el reloj, sino por el movimiento del cielo.
Las nubes cambiaban continuamente—no solo en forma, sino también en significado. A medida que se movían, todo el paisaje se transformaba. A veces parecía una isla surgiendo de un océano de niebla. Otras veces, una tierra desconocida recién descubierta—amplia e inmensa. De pronto, aquel lugar que había visto tantas veces se volvió algo completamente distinto. Casi podía oír las olas rompiendo en la orilla, aunque seguía estando en plena montaña.
La misma vista, una nueva perspectiva
Estas dos imágenes fueron creadas desde exactamente el mismo lugar. Solo cambió ligeramente el punto de vista. Y también el momento.
A través de ellas quiero compartir la alegría de la naturaleza, el poder silencioso de la lluvia y la paz interior que encuentro en estos instantes. También he querido dejar espacio—para que tu imaginación viaje. Quizás tú veas algo completamente distinto.
A veces no es solo el paisaje lo que cambia. Somos nosotros. Y la lluvia—tan fácil de dar por sentada—puede ser ese suave catalizador que nos recuerda detenernos y observar.
Un paisaje recordado por la belleza de la lluvia
Si este texto ha resonado contigo, te invito a mirar con atención las dos imágenes que lo acompañan. Fueron creadas como una reflexión visual sobre la alegría y el alivio tranquilo que trajo el regreso de la lluvia—tras años de sequía, silencio y espera. Juntas forman un díptico: dos perspectivas de un mismo lugar, dos momentos de transformación. Ya elijas una o ambas, espero que traigan a tu espacio una sensación de paz y gratitud. Un recordatorio de cómo incluso el cambio más sutil—como las primeras gotas de lluvia—puede devolverle la vida a todo.
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